Torres con alas de oro
que sueñan distancias.
Calles con sombras de siglos
y nardos de plata.
Cantes que arañan estrellas
que arañan el alma.
Noches reflejos de un rio
que quiso ser mar,
que quiso ser mar.
Sevilla, verde claridad sonora.
Verde tierra, azul el aire
donde el agua adormecida
de una torre se enamora.
Sevilla, verde claridad sonora.
De andaluzas soledades.
Fuego, nieve, llanto y cante.
Fotografía: Alberto Ramírez
1 comentario:
Sevilla es una torre
llena de arqueros finos.
Sevilla para herir.
Córdoba para morir.
Una ciudad que acecha
largos ritmos,
y los enrosca
como laberintos.
Como tallos de parra
encendidos.
¡Sevilla para herir!
Bajo el arco del cielo,
sobre su llano limpio,
dispara la constante
saeta de su río.
¡Córdoba para morir!
Y loca de horizonte,
mezcla en su vino
lo amargo de Don Juan
y lo perfecto de Dioniso.
Sevilla para herir.
¡Siempre Sevilla para herir!
Federico García Lorca, 1921-1924
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