Raro es el día que ojeo un diario que no sea de los gratuitos, y mira por donde en el ABC de hoy, 23 de julio de 2007, en sus páginas 10 y 11 encuentro este artículo que acontinuación reproduzco. No puedo decir más, sólo invitaros a que os lo leais. Un desproposito más de nuestras administraciones, de nuestro Ayuntamiento, de nuestro alcalde.
El tranvía de Sevilla, su estética, precio, puesta en marcha, escaso trayecto y, últimamente, los ruidos y vibraciones que origina en los edificios por los que pasa, como se ha puesto de manifiesto en recientes ensayos, es tema de conversación en la calle y en los círculos académicos.
El tranvía de Sevilla ha dado, está dando y dará que hablar porque su repercusión trasciende el ámbito de la propia vía para adentrarse en los edificios que se encuentra a su paso. Pruebas recientes de este medio de locomoción han evidenciado que produce un ruido que hace retumbar la tierra y que viene de lejos, como si fuese una estampida. Unas vibraciones que se transmiten a los edificios, cuyos moradores han notado, incluso, cómo temblaban los cristales de sus casas.
A lo largo del trayecto del tranvía está el Ayuntamiento de Sevilla, la Catedral, el Archivo de Indias, la capillita de la Puerta de Jerez, y casas antiguas, algunas catalogadas, con muros de carga y cimientos de apenas un metro de profundidad.
Pero, sobre todo, hay personas que viven y trabajan en ellos y que se están preguntando qué va a pasar.
Los expertos también. Porque hasta la fecha no hay constancia de que se hayan medio estos niveles de vibraciones ni previsto el impacto medioambiental, tal y como se hizo con el Metro.
José Enrique Povedano Molina, asesor técnico del laboratorio de control de calidad de la Consejería de Obras Públicas de la Junta de Andalucía y el catedrático de Ingeniería del Terreno de la E.T.S. de Arquitectura de la Universidad de Sevilla, Antonio Jaramillo Molina, que han medido las vibraciones en no pocos monumentos del mundo advierten, en el caso de la Catedral que está hecha de piedra calcarenita -un trozo se desmorona con rozarlo, como si fuese pan rallado-, que sus morteros están muy deteriorados por el paso del tiempo, y que su piedra tiene poca resistencia a la compresión, entre 18 y 20 kilos por centímetro cúbico, cuando lo normal es que sobrepase los 100 kilos.
No se explican cómo no se han medido antes las vibraciones del tranvía existiendo hoy en día aparatos modernos y sencillos como los acelerómetros (dos cilindros de metal unidos a un portátil, básicamente).
Cuenta Jaramillo que en 1983 él y unos técnicos midieron las vibraciones, en lo más alto de la Giralda y la Catedral, que producía el tráfico y el viento en condiciones normales y con dos aparatos como los televisores de los años sesenta y otros tantos más pequeños pero de un peso a tener en cuenta. «En esa fecha -dice el catedrático- las vibraciones eran conformes al estado del entorno. La aceleración de las vibraciones ambientales daba entonces 10 elevado a menos 4g. Ahora, 24 años después y con el tranvía pasando, ¿qué podría dar?». Antonio Jaramillo destaca que, si el Metro va a producir molestias (imposible de solucionar al 100% como se desprende del estudio de impacto ambiental), el tranvía por el centro será mucho peor». Como ejemplo, cita que en la calle San Fernando «se van a encontrar con que los edificios van a tener el Metro a 8-10 metros como máximo en horizontal, y el tranvía a menos de 15 metros, por lo que va a ser el de más posibilidades de problemas de Sevilla a efectos de vibraciones y ruido».
«Si además -sigue- tenemos en cuenta que a la entrada de la calle San Fernando por el Cristina, ambas instalaciones tienen curvas, los edificios con más posibilidades de tener molestias serán los más próximos a la esquina, es decir, el de la Equitativa y Aguas de Sevilla». También dice que con los valores máximos admisibles de ruidos y vibraciones para el Metro, al ir subterráneo, desaparecerán muchos problemas pero que, si se lo aplicamos al tranvía, «los resultados son demoledores por incumplimiento».
3 comentarios:
Je, je, je,... tantos años estudiando y pa esto. Osea, que se elimina el trafico, para evitar que el dioxído de carbono no ensucie los edificios y ahora con el metrocentro, se acabarán callendo.
Si es que saliendo de la cabeza del "MonteSERRÍN" no se puede esperar más lucidez.
¿Y qué hacemos ahora con el invento?
Lo que no puedo entender, lo que no me entra en la cabeza, lo que mis cortas entendederas no asimilan es que cómo es posible que en todas las capitales europeas los metros y tranvías pasen y te dejen en el mismo centro de la ciudad, con muchas paradas al lado de los edificios antiguos (Viena, Londre, Praga, Berlín, París, etc...) y aquí no hay forma de arreglar eso.
De verdad, es algo que nunca he comprendido (y no me vale la excusa de que estamos a poco nivel del mar, ¿y Lomdres, Amsterdam, Hamburgo o Estocolmo?.
En fin, qué cómo para casi todo,(lo bueno y lo malo), somos diferentes.
Un fuerte abrazo.
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