03 agosto 2007

TIEMPO PARA EL DESCANSO

Zarparemos de nuevo en septiembre

Foto: Alberto Ramírez. Conil

CON LA YEMA DE LOS DEDOS

Primero fue una apuesta, una inversión. Sin más ánimos que estos comencé el pasado diciembre a estudiar, después de varios años que no lo hacía, lo que no había pasado antes por mi mente. Creía que era más fácil que te tocara la lotería a aprobar unas oposiciones paral Cuerpo Superior Facultativo.

Conforme iban pasando las semanas la ambición iba a más. La meta era aprobar aunque fuera uno de los dos exámenes para contar con un punto para la próxima convocatoria. Entre las clases de la academia y los test veía que esto era posible. Ahora lo que quería era salir airoso de las dos pruebas, teórico y práctico, y entrar en la bolsa de interinos.

Llegó el mes de junio y salió la convocatoria. Tocaba el turno del papeleo. Rellenar la solicitud para hacer la prueba, pagar las tasas, llevarlo todo al registro y esperar a que se publicaran las listas provisionales. Estas salieron y a los pocos días la fecha del examen. 21 de julio a las 10.00 horas en la Facultad de Económicas y Empresariales.

Con sólo seis o siete meses de estudio quería saberlo todo. De cien temas no se si me habrá dado tiempo a superar la mitad. Si empecé por la legislación, terminé por los temas específicos de mi opción, en los que tenía grandes lagunas.

Sábado 21, día D. Los nervios hicieron su aparición estelar en le momento que empiezan a nombrar por orden de lista a los opositores. La sensación era, salvando las distancias, como de llevarte al matadero o pasar a una cámara de gas. “Fulanito de tal”. Con el D.N.I. en la boca me acerco y me dan la plantilla donde señalar las respuestas. Una vez dentro me ubican en el aula. Una vez que todos han pasado comienzan a repartir los cuestionarios. Explican la forma de contestar e incluso de abrir el examen, que supone todo un ritual ceremonioso.

En ese momento te enfrentas con el destino, con la suerte, con el trabajo realizado durante meses. Me parecía mentira que contestara y pasara las hojas del cuadernillo con tanta soltura. No podía ser. ¿Dónde está la trampa? Así finalicé el primer ejercicio de 100 preguntas. Comienzo el práctico, que este año no era de 30 preguntas sino de 10. Te lo jugabas todo a 10 cuestiones. A priori no parecía muy complicado, pero conforme avanzaba veía que todo era de arqueología. A pesar de ello contesté las 10 y salí contento para “disfrutar mi libertad”.

Pasó una semana larga y salieron los resultados. En la primera prueba muy bien pero el hueso de la segunda me ha impedido acceder a la interinidad. Lo peor es que ha sido por una pregunta. Al menos eso dice la plantilla que han publicado con las respuestas correctas, porque en un par de ellas no estoy muy conforme, y como es normal voy a hacer la respectiva impugnación al tribunal.

De los tropiezos se aprende, y ya se me quedará grabado a fuego que una intervención por el hallazgo casual de restos se tramita como actividad arqueológica urgente y no como actividad arqueológica preventiva.

Habrá que seguir intentándolo. Después de esto creo que es más fácil aprobar las oposiciones a que te toque la lotería, aunque la sensación de superar el trago y el premio se pueda asemejar.