El Señor con la Cruz al Hombro se presentaba en unas andas portentosas con cuatro guardabrisones en las esquinas y los dos faroles pequeños de su paso flanqueando la zancada del Nazareno. Los cirios portados por los hermanos, como los que iluminaban la Imágen en color tiniebla, llevando estos últimos los escudos del Consejo de Hermandades y Cofradias y de la Hermandad del Amor. Los hermanos que portando esa luz tiniebla se dispusieron en dos tramos, señalados por el guión de la Santa Espina y el estandarte de la corporación. Tras él, el cuerpo de acólitos con cuatro turiferarios que desprendian el peculiar incienso que embriagaba y hacía más espesa la estampa. Ya en las andas el Señor, de autor desconocido, lucía la túnica que trazó Antonio del Canto Torralba y que ejecutó en 1881 Teresa, en terciopelo de Lyon morado y bordada en oro, simbolizando la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucrísto. La cruz iba portada en la trasera por dos angelotes. Cerrando la comitiva, otro grupo de acólitos con cera tiniebla. Una vez fuera de la Catedral el cortejo aceleró el paso, pasando por Francos, Álvarez Quintero, El Salvador, Cuna y Laraña, realizando la entrada en la Anunciación sobre las 23.30 horas, cumpliendo así escrupulosamente el horario fijado.
27 febrero 2007
VIA-CRUCIS DE SEVILLA
El Señor con la Cruz al Hombro se presentaba en unas andas portentosas con cuatro guardabrisones en las esquinas y los dos faroles pequeños de su paso flanqueando la zancada del Nazareno. Los cirios portados por los hermanos, como los que iluminaban la Imágen en color tiniebla, llevando estos últimos los escudos del Consejo de Hermandades y Cofradias y de la Hermandad del Amor. Los hermanos que portando esa luz tiniebla se dispusieron en dos tramos, señalados por el guión de la Santa Espina y el estandarte de la corporación. Tras él, el cuerpo de acólitos con cuatro turiferarios que desprendian el peculiar incienso que embriagaba y hacía más espesa la estampa. Ya en las andas el Señor, de autor desconocido, lucía la túnica que trazó Antonio del Canto Torralba y que ejecutó en 1881 Teresa, en terciopelo de Lyon morado y bordada en oro, simbolizando la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucrísto. La cruz iba portada en la trasera por dos angelotes. Cerrando la comitiva, otro grupo de acólitos con cera tiniebla. Una vez fuera de la Catedral el cortejo aceleró el paso, pasando por Francos, Álvarez Quintero, El Salvador, Cuna y Laraña, realizando la entrada en la Anunciación sobre las 23.30 horas, cumpliendo así escrupulosamente el horario fijado.
26 febrero 2007
21 febrero 2007
“SON VISPERAS... QUEDÉMONOS AQUÍ”
Quedémonos aquí, cuando la saeta es todavía un pájaro volantón, viento sin cuerpo, ala acostumbrándose al aire, notas sin completar, grito haciéndose.
Quedémonos aquí, cuando los romanos no saben todavía que galas ponerse para esa semana en la que serán la única tropa a la que aplaudan quienes somos sus morales enemigos. Quedémonos aquí, cuando los sayones aún no saben abofetear, flagelar, señalar, mofarse de un muchacho nacido en Belén, ante el que los siglos siguen santiguándose.
Quedémonos aquí, cuando ninguno de los doce sabe que esa cena será la última, cuando nadie, salvo Él, sabe que la pernocta en el Getsemaní acabará rota de silencio cuando Judas por treinta monedas venda al hijo del Hombre. Quedémonos aquí, cuando las dolorosas no saben que manto ponerse para ir a llorar al llanto absoluto, que toca echarse por encima para cruzar una madrugá de frío, de luto, ¿con qué corona ceñir una frente ya marchita por la pena?
Quedémonos aquí, cuando Longinos no sabe todavía que la punta de su lanza va a ser cáliz goteante cuando salga del costado de Jesús. Quedémonos aquí, cuando el Nazareno no sabe que va a tropezar tres veces en la calle de la Amargura. Cuando Simón de Cirene no sabe que se encontrará un hombre que no puede con la cruz y tendrá que ayudarle.
Quedémonos aquí, Sevilla haciéndose, porque es así como se asiste al divino espectáculo del Génesis con una sola frase de Dios: hágase la Semana Santa de Sevilla.
Texto: Antonio García Barbeito
Fotografías: Roberto Villarrica y Alberto Ramírez
20 febrero 2007
19 febrero 2007
ME SUENA A GLORIA
blanca caricia que suena a gloria,
que me pinta la camisa
de coloraos lunares
que tiñen mi historia.
No, no, no, de veras,
que no sé que tiene,
que es como lluvia de primavera
que florece en los balcones,
me riega y me siembra
en el corazón hierbabuena.
Es un remanso de paz
que tiene la tempestad
de un vuelo de gaviotas,
un virus que se contagia
rápidamente a mi boca.
Una luz de magia y energía,
un monumento a la alegría,
lo más puro de tu geografía,
la más inmaculada melodía,
un templo de inocencia,
de arte... de poesía.
No sé que tiene tu risa,
blanca caricia que suena a gloria.
No sé que tiene tu risa
que fiscaliza los malos sueños
que burla y vence a la brisa,
de pueblos blancos de cal,
entrañable... pequeño.
No, no, no, de veras,
que no sé que tiene,
un puñaíto de blancos besos,
música hipnótica y breve
que es mi bandera, mi patria,
mi Dios... mi Universo.
Campanita celestial,
la eterna concavidad
que se dibuja en tu cara
y traes la luna creciente
a iluminar mi mirada.
Una luz de magia y energía,
un monumento a la alegría,
lo más puro de tu geografía,
la más inmaculada melodía,
un templo de inocencia,
de arte... de poesía.
No sé que tiene tu risa,
blanca caricia
que suena a gloria...
Letra: Jesús Bienvenido Saucedo
Extraida del disco "Manuel Lombo"
06 febrero 2007
CALLE CALDERERÍA
En mi visita fugaz el uno de noviembre del pasado año tomé dos instantáneas que pueden ilustrar muy bien lo que digo. Al principio de la calle el bullicio de la gente, en especial universitarios, entra y sale de las tiendas que jalonan su extensión. Teterías y pastelerías árabes son la especialidad en lo culinario, a la vez que podemos encontrarnos artístas callejeros que reescriben Granada a tinta y pluma.
A medida que vamos subiendo la calle se va ensanchando hasta toparnos de bruces con la Iglesia de San Gregorio, una edificación erigida entre los siglos XVI-XVII sobre el solar de una ermita que fundaron los Reyes Católicos para conmemorar a los mártires cristianos allí enterrados.
Tras cruzar el umbral de su puerta el gentío sonoro se hace silencio claustral y sepulcral. La iglesia estaba vacía y sólo rompía esa ausencia de ruido el tic tac de un reloj que parecía marcar el latido del corazón de esta novicia, que rendía adoración al Santísimo, genuflexa y cubierta de tonos albos que delataban sus inicios en la vida conventual. A pesar de la reja que separa a los fieles del altar, sorteamos el obstáculo para tomar esta fotografía, que contrasta enormemente con la anterior. Exterior e interior en todos los aspectos en una de las calles con más sabor en pleno Albaicín granadino.
Fotografías: Alberto Ramírez