23 marzo 2010

EL TIEMPO DE LA LUZ

Buscando reflejos sin querer he oido sus palabras....

Yo no digo que ella sea

la almáciga de la luz,

el relámpago andaluz

donde el azul se recrea.

Digo que cuando pasea,

todo a su paso se aclara.

Digo que el día se para

para copiarle su huella.

Digo que la llamo a ella

y la Luz vuelve la cara.


Yo no digo que ella tenga

lo que ninguna otra tiene.

Digo que si alguna viene

a compararse, que venga.

Que aunque el mundo le sostenga

pulso de gloria, ella calla.

Digo que aunque no la ensaya,

la gloria le viene al pelo.

Digo que se prueba un cielo

y siempre es el de su talla.


No digo que sus reflejos

den la hermosura perfecta.

Digo que es la predilecta

del cristal de los espejos.

De cerca, como de lejos,

¡qué gloria reconocerte!

No quiero tener más suerte

que el aire que te respiro,

muchacha, porque te miro

y no me canso de verte.

¡Levántate, muchacha; abre la ventana; asómate... Echa a andar...

Goza el cielo que se agacha

para tenerte más cerca;

goza la luz que te cerca

para tu gloria, muchacha.

Dios en persona despacha

marzo -¿quién da más aquí?

Tengo que llegar allí

donde tu nombre es mi abrigo,

que la gloria que te digo

yo no la entiendo sin ti.

¡Sal, muchacha, sal y mira...! Se llama Primavera y viene preguntando por ti...

Hay una niña encendida

esperándote a la puerta;

más te vale estar despierta

al darle la bienvenida.

Porque viene convencida

de que la luz que le brilla

se originó en la semilla

que en tu vientre se criara.

Además..., tiene en su cara

tu misma cara, Sevilla.

Antonio García Barbeiro (del Pregón de la Seamana Santa de Sevilla, 2010)



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